sexta-feira, junho 20, 2008

El paradigma posneoliberal


Guatemala
Mario Roberto Morales

Se acabó la “era” neoliberal: esa prolongada estafa planetaria iniciada por Reagan y Tatcher, y continuada por notorios ladrones como, entre otros, Salinas en México y Menem en Argentina, con las consecuencias desastrosas a la vista, incluida la crisis financiera estadounidense.
Se acabó la era de la ligereza económica, de la irresponsabilidad estatal ante la economía. Se acabó el mito de que el mercado es un mecanismo capaz de regularse a sí mismo. Hoy más que nunca es obvio que si se deja al mercado sin regulación, ocurre lo que tenemos a la vista: baja productividad y alta especulación, bajo consumo y alto desempleo, pobreza generalizada y riqueza concentrada.
Ante esto, no hay duda de que el Estado debe volver a jugar su papel rector de la sociedad, incluida la economía y los mercados, pero sin repetir los errores que llevaron a la estafa neoliberal. Se impone, pues, un cambio de paradigma económico, no para instaurar el socialismo sino para salvar al capitalismo de sí mismo, democratizándolo en lo posible, a fin de salir de la crisis. Este fue el desafío al que respondió Keynes, y al que debemos responder ahora debido al carácter cíclico de las crisis capitalistas.
Ante esta crisis, nuestros Estados deben estimular la pequeña y mediana empresa, y velar por la justicia social, es decir, la igualdad de oportunidades para todos y no sólo para unas cuantas familias de ricachones acaparadores que impiden que surjan nuevos empresarios y que haya más gente próspera, con lo cual asfixian a las capas medias y expulsan de su país a millones de trabajadores a quienes les toca mantener la economía nacional desde la distancia, pues esos ricachones acaparadores no son capaces de darles empleo y tampoco dejan que otros empresarios intenten hacerlo.
El nuevo paradigma económico reclama un nuevo paradigma político: un Estado fuerte (no grande) con poder económico y capacidad para hacer cumplir las leyes y regulaciones que estimulen el crecimiento masivo de la pequeña y mediana empresa, para no esperar a que a los monopolistas les dé la gana iniciar nuevos rubros productivos. En otras palabras, se necesita un genuino Estado de derecho, eficiente y probo, cuya dirección recaiga en políticos que no busquen valerse de él para convertirse en nuevos ricos, sino que sean auténticos estadistas: individuos capaces de garantizar el bienestar de las mayorías nacionales en lugar de limitarse a servir a los intereses elitistas, a los que sólo les importa la ampliación creciente de sus márgenes de lucro y no los costos sociales que eso implique.
En lo político, pues, hay que fortalecer el Estado. Y en lo económico, fomentar la pequeña y mediana empresa. Esto es lo que toca hacer ante a la crisis. Nuestros países necesitan volver a ciertos rubros productivos que fueron sustituidos por los que requerían los mercados internacionales (hoy deprimidos) para, así, consolidar un mercado interno vigoroso que involucre a más gente en el circuito de producción, circulación y consumo de mercancías y, a largo plazo, a la mayoría en el trabajo calificado y el salario justo.
Así como a la izquierda conservadora le costó aceptar el colapso soviético, al neoliberalismo le tomará tiempo aceptar el colapso del capitalismo mundial. El socialismo sólo es posible con un alto grado de desarrollo de las fuerzas productivas. Por eso, lo que toca hacer es democratizar en lo posible el sistema colapsado, sentando así las bases de un futuro económico, político y social más próspero y equitativo.

quinta-feira, junho 05, 2008

Botando as barbas de molho




“Último dia do despotismo e primeiro da mesma coisa” (Pichação em um muro de Quito)

Carlos Henrique de Pontes Vieira

Deus queira que eu esteja enganado, mas não há indícios de que eu possa estar. Pelas seguintes razões: i) as declarações dos três candidatos à presidência da nação que lidera e defende o "status quo" da geopolítica do mundo atual, com todas as armas que lhe estão às mãos; ii) a história de interferências e as atuais; iii) o contumaz desrespeito ao princípio de autodeterminação dos povos; qualquer que seja o candidato vencedor, tudo me faz crer que as coisas permanecerão como sempre foram, porque os donos do poder americano e, portanto, global, são os grandes conglomerados capitalista.

Por que entra governo e sai governo, quer seja democrata, quer seja republicano, o embargo à economia cubana continua? E o campo de concentração em Guantánamo? Simplesmente porque são políticas de Estado e não de governo, assim como são as recentes: (i) reativação da Quarta Frota Armada para patrulhar a América Latina; (ii) entrega do território colombiano pelo seu atual presidente para as forças armadas norte-americanas e sua postura agressiva com seus vizinhos; (iii) movimentos separatistas na Bolívia, Equador e Venezuela apoiados pela América do Norte com o intuito de desestabilizar os processos de avanço social na América do Sul; (iv) incremento de bases militares também no sul do continente.

Todas essas políticas visam uma forma de promover um conflito entre as nações latino-americanas para neutralizar os esforços, liderados pelo governo venezuelano, de integração da região e a genuína independência do sul do continente em relação ao norte hegemônico.

Bem fez o atual ministro da defesa do Brasil ao responder à representante do governo norte-americano quando foi indagado sobre o que os Estados Unidos poderiam fazer em relação à recente criação da UNASUL, União das Nações da América do Sul, como um fórum de defesa da região: “Mantenham-se à distância.”

Portanto, em relação à mudança de posturas do governo norte-americano, é melhor botarmos as barbas de molho e, como a pichação no muro de Quito, penso que o que vem aí é mais do mesmo despotismo.